viernes, 19 de octubre de 2007

Los runrrunes

Nunca he entendido esas amistades que se lo cuentan todo, pero todo todo. Como las parejas que no guardan ni un resquicio de intimidad y piensan que se quieren más, que son más legales si lo comparten AB-SO-LU-TA-MENTE todo, hasta la minucias. Es necesario guardar un remanente de ti misma en un ricón, buhardilla, sótano o despensa, en un un lugar parapetado donde proteger tus íntimas ideas, regalarlos si quieres a alguien, a quien elijas, solo si así lo deseas.

Hay tanto que se puede compartir de variadas maneras con diversas personas. Con la vecina que tiene un hobby contigo, pongamos hacer casas en miniaturas que mire usted que afición, casi aflicción, más extravagante y a quien se le ocurre. Es posible que con ella que comparte tu club de miniaturistas ni se te ocurra hablar de Fernado Savater, o Delgado o Pessoa, mira que me gustan a mi los Fernandos.

Con tu bohemio compañero de yoga seguro tendrás una conversa relajante sobre filosofía Zen pero ni se te ocurriria ir con él de acampada pues menudo coñazo el tío que se lo toma todo en serio y nunca se rie y cuando pones las chuletas en adobo en la parrila te mira como si fueras una canibal en potencia, te retirará la palabra y nunca, pero nunca ¿oístes? Volverá a dejar que contemples su anaranjada áura. Ni tu a él le permitirias que mirara tu oreola y adyacentes ¡No te jode!

Con tu madre puede que vayas a comprar a ikea un cajonera y, desde luego, la llevarás al médico las veces que se precise, aunque sean paranoias de ella lo de me duele aquí o me duele allá n se que tengo mi niña, y hasta a los funerales de los amigos que se van muriendo, los de ella que están ya a punto de caducidad los pobrecitos, pero....ni se te ocurriria meterla en un block irrevente e iconoclasta digo plasta, ni ponerle a escuchar al León de Belfast,en vez de Yazz ponle a Machín muchacha. Cuando empiece a sonar lo de angelitos negros es la hora de decir..bueno mamá me voy que tengo cosas que hacer.

Con tu marido te acostarás todas las noches y retozarás de vez en cuando, pero no hablarás con él de lo que sentiste con aquel otro aquella vez tiempo ha...ni con el otro hablarias de tu marido.

Con Corazón de melón, la de (antes de conocerla una entraba y la otra salía o al revés, una pensaba y la otra decía o al revés, una barruntaba y la otra sabía) con ella hablarás, si quieres hacerlo, de las coyunturas esas del alma ( y lo malísimamente mal que suena), de la rabia, del dolor, del goce de una risa, de esa precisa palabrita que enseguida ella la cuelga de su colección de cosas raras, de lo bien que suena esa música, pero jamás mentarás de a cómo está el kilo de calabacines y que mañana me toca dentista recuérdamelo que no se me olvide.

Las caracolas, además, tienen la potestad de guardar silencio si así lo desean, al fín y al cabo están acostumbradas al rumor del mar y siempre es mejor sonido la cadencia de una ola que un molesto runrrún.

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