domingo, 6 de abril de 2008

El teatrillo

¡Cataplaf! Lo mejor que me salia eran los desmayos aunque las huesudas rodillas se quedaran llenas de cardenales. También morirme. Lo podia hacer de repente y quedarme con los ojos abiertos mirando al vacío si pestañear por lo menos un minuto seguido, una mano tragicamente en el pecho y otra extendida hacia el público que siempre aplaudia. No se cansaban nunca de que me muriera una y otra vez en el escenario, bueno, en la azotea de nuestra casa. Debajo de la falda los pantalones cortos de gimnasia, los pololos, no sea que se me vieran las braguitas que que vergüenza si se me veian.

Mi muerte preferida era el poco a poco. Todo el mundo alrededor de mi lecho, me gusta la teatralidad de la palabra lecho, lecho, lecho y se queda flotando el dolor en el aire....todo el mundo velando mis últimos agónicos momentos. Los ojos a media pestaña, generosa y pálida perdonando a todos los que me ofendieron, abandonaron, robaron, vilipendiaron, otra palabra estupenda, matado al marido, incendiado el castillo, si, castillo y no se cuantas cosas más.

Sacaba al público lágrimas, que estaba muerta pero no ciega y con el rabillo del ojo miraba a los chiquillos sentados en el suelo de la primera fila, las niñas más aún que lo niños que los hombres no lloran- musiquita de fondo mariquita, mariquita, y claro, se aguantan, hasta se rien para disimular. Menos aquel niño chico que está en lo suyo estudiando extasiado el color y la textura del moco que se acaba de sacar.

La entrada costaba un duro de aquel entonces. Una de mis hermanas de portera en el acceso a la azotea y el que no pagaba ni de coña entraba. También se admitian los pagos a plazos en un hoja de block a cuadros que ponia vale por una peseta, o dos, o tres, mejor en efectivo que luego habia que cobrarlo a los morosos en especies, golosinas, tebeos y hasta un compás una vez.

Todo muy controlado, mi hermana Mari Pury un lince para la cuentas. De una botella de cliper familiar te sacaba quince vasos por lo menos, a mi me daba que estaba rebajado con un pizco de agua firgas, que no recuerdo ahora a cuanto se cobraba el vaso cliper.

Numerito de magia por Mister Seeeeerrrrgio, el hermano de Marta la que nos cortaba las cartulinas para hacer las coronas y adornos y hasta cosia como podia con sus manos chiquitas la tela de los disfraces, también se sabia todos los papeles de los cuentos clásicos, ya saben Caperucita, Blancanives...era muy socorrida Marta.

Mister Seeeerrrrrgio era muy bueno convirtiendo el agua en otro color al pasarlo de un recipiente a otro. Lo aplaudian mucho. Claro que tenia la caja grande que le regalaron los reyes de Magia Borrax y una capa y un sombrero de copa, eso impone mucho.

A la hora del reparto de beneficios siempre habia problemas. Mary Pury era la cajera. Guardaba el dinero en la hucha de la Caja Insular, esa negra de hierro con una ranura para las monedas y un agujerito para los billetes. La llave minúscula la tenia colgada del cuello con una cinta ¡ Ay Purificación !.

Y es que era normal que fuera tan desconfiada porque resulta que mi padre nos regaló a las tres hermanas, alas tres una hucha de la Caja Insular de Ahorros para que aprendieramos a ahorrar. De estas alcancias solo tenia la llave García, el director. ¡listos los bancos!. Mary Pury si que ahorraba, que no veas como pesaba su hucha. Nosotras no, nadita.

Una vez Lola, mi otra hermana, descubrió como sacar las monedas sin abrir la hucha. En la boca se pone el mango de un cubierto cuanto más plano y ancho mejor, se aprieta la lengüeta plateada de seguridad para que no se cierre, se voltea a la misma vez la hucha y se le da un par de secas sacudidas para que salgan las monedas. Los billetes eran imposibles de ratear. Para que no se notara nuestra pirateria metiamos botones de la caja de costura de mi madre de metal o nácar para que sonara a monedas.

Cuando se empeñó mi hermana en que mi padre la llevara a la Caja a vaciar la hucha no sabiamos donde meternos. Imaginen la cara de ellos cuando abrieron la alcancia y se desparramaron los botones por el mostrador. A García esto le dio mucha risa que siempre lo contaba. A Mary Pury maldita la gracia que le hizo con lo agarrada que era.

Estuvimos tres meses inflando de nuevo su hucha con nuestras raquíticas pagas semanales.

Así que era ella la que controlaba el cotarro del teatrillo. Mr. Seeeerrrrgio se empeñaba en que le pagaramos más a el ya que su numerito era el más aplaudido y como le gustaba a todas, a mi también pero el ni maldito caso, pues el señorito iba de estrella de la compañía.

Despues había que descontar para correr con los gastos, a mi me da que Mary Pury inflaba la cuenta de los gastos. También invertir para próximos eventos. Lo de la inversión no convencía a nadie, todas queriamos cobrar nuestra parte sin pensar en el negocio y eso no puede ser.
De repente se acabó todo. Las vecinas protestaron de tanta subidera y bajadera de chiquillos por las escaleras y nos botaron a la calle como agua sucia.

Y es que la vida de los artistas es muy dura.

5 comentarios:

vanessa del pino dijo...

En la mismita sangre lo lleva.

coin dijo...

¿Te refieres a mi hermana la agarrada o a mis dotes para el teatro?

vanessa del pino dijo...

Lo segundo, of course. Para el teatro y para toda las artes, incluídas el patinaje artístico (¿o era artrítico?) y la confección de cestos con hojas de platanera.

Unknown dijo...

¿cestso con hojasde platanera? cagoen...siempre me pierdo algo...

Unknown dijo...

y por cierto que me tiene preocupada lo que quiera que les pase a los yotenía. están como desaparecidos, ¿alguien sabe que´pasa?

 
ir arriba