Y a ello comenté que: "En mi despedida de la loquera (oficina) de LPGC me regalaron no un tanga, pero sí unos gayumbos... ¿iban también con segundas?"
¡En ningún momento dije que fueran horteras!, sino que quizá las chicas y los chicos (que nunca se sabe) de la loquera me habían lanzado una indirecta. El mayor valor de esos gayumbos no es que se hayan dejado medio sueldo, sino que me lo han regalado con cariño mis compañeros.
Por cierto... Madrid hace tres semanas: el calvito, o Monseñor (como vds. prefieran) estaba en compañía en actitud más que cariñosa, apasionada. Después de una exclamación de sorpresa y alegría por parte de la susodicha compañía: "¡Esta suavidad no la conocía yo!" ésta dio su aprobación tácita a los susodichos gayumbos antes de que la pasión carnal desplazara a la pasión textil. Por tanto, al igual que hacía el anterior Jefe del Estado al inaugurar pantanos pude proclamar: "quedan inaugurados estos gayumbos".
Ahora lanzo una pregunta al aire, o mejor dicho, la lanzo a la pantalla como los espaguettis se lanzan a la pared. Y lanzo esta pregunta aquí puesto que soy el único xy que escribe en estos lares, de momento.
Parece que tradicionalmente las personas xx están concienciadas de que a sus compañer@s de pasiones carnales les gusta apreciar la vista, el tacto, ... de las prendas de lencería. Es decir, que se llega al placer carnal precedido del placer textil. ¿Debemos cambiar nuestro modo de pensar los xy? La verdad es que a mi lo de la lencería no me sienta bien (más que nada porque tengo poco pecho y el liguero se me engancha en los pelillos de las piennas) pero ¿deberíamos gastarnos algunos cuartos y lucir como el que sigue estas líneas o seguimos con los gayumbos de cuello alto como Paco Martínez Soria?
Hombre, no digo que en el día a día vayamos con puntillas, pero sí en días un poco más "festivos".

¡Uf, qué calor!